Un perro ancestral de magia y misterio

Ciudad de Lambayeque:

En plena nueva gira de presentaciones de nuestro nuevo cortometraje “El Perro sin pelo del Perú con pelo” viajo por el por el Norte peruano hasta Lambayeque, hogar del Señor de Sipán y cuna del Perro sin pelo del Perú.

Nevenka Waltersdorfer Mendoza – Actriz, Declamadora, Poeta y Narradora. Photo: appp – adpp©2019

En esta ocasión me reuniré con nada más ni nada menos que la poeta y actriz Nevenka Waltersdorfer Mendoza, quien nos declamó su poema “Viringo mi amigo” en la presentación del primer filme en la sede de la Universidad Nacional Pedro Ruíz Gallo durante nuestro tour “El Tour Madre Tierra” del año pasado. Amante de los Perros sin pelo, Nevenka los conoce de toda la vida, pues en casa de su abuela criaban sobre todo los de talla pequeña. Pero, hoy por hoy, el Perro sin pelo se ha convertido en uno de los elementos importantes de su inspiración. Pues bien, en este encuentro, además de compartir un momento juntos, hablaremos de su nuevo proyecto literario que gira en torno al Perro sin pelo del Perú.

Es una tarde lambayecana de principios del mes de junio y Nevenka al teléfono me dice que me espera a las 5 p.m. en La Cucarda, un café de la calle Dos de Mayo. Me dice, además, que me tendrá una sorpresa, y tengo mucha curiosidad de descubrir de qué se trata. El hermoso sol de Lambayeque produce unos días espléndidos. La luz rebota en la tierra parda y satura los colores de alrededor; y a medida que se va acabando el día va proyectando oscuras sombras que contrastan con las rústicas paredes de ocre brillante que son típicas del lugar. Es ese tipo de día que solo se encuentra en la costa peruana, y que tanto se extraña cuando la ciudad de París es gris y lluviosa. De modo que decido salir temprano y caminar, ir de actividad en actividad sintiendo esa sensación de eternidad que te da el silencio de las calles lambayecanas: la ciudad es mía, cada fachada, cada pared tiene una historia que contar, y quiero que me la cuente solo a mí mientras gozo del clima agradable y llego tranquilamente a mi cita.

Aún queda tiempo para encontrarme con Nevenka y no quiero llegar antes de la hora convenida, de modo que me quedo merodeando por la Plaza de Armas. Está casi desierta: es toda para mí y puedo contemplarla, apreciarla, caminar y regresar sin ser interrumpido por pasantes ni el ruido ensordecedor de los autos. La puerta de la Iglesia de San Pedro está abierta y aprovecho para entrar y contemplar alguna de las bóvedas con sus celebres murales y pinturas barrocas y sus retablos. A pocos metros de San Pedro es inevitable apreciar la famosa Capilla Ramada de Santa Catalina, Patrimonio Monumental de la Nación, con su portada retablo que data del siglo XVII. La nostalgia me invade por un momento al ver cómo tal monumento histórico, por negligencia de algunos, corre riesgo de desaparecer uno de estos días. A veces siento que en el Perú es como si el pasado fuera menos valioso que el presente y que el futuro; que en su afán de correr mirando hacia adelante, de seguir esa pauta estadounidense de más alto, más grande, más nuevo, se está olvidando que nosotros sí que tenemos un pasado riquísimo—tal pasado como muchos otros países del mundo anhelarían tener.

En fin, me sobrepongo de la nostalgia y, ya resuelto a no detenerme más, continúo hacia mi destino con el renovado entusiasmo por descubrir el nuevo proyecto sobre el Perro sin pelo del que quiere comentarme Nevenka, y esa sorpresa que dice tenerme! Así continúo mi camino a La Cucarda. Pero a medida que camino, a pocos metros de donde me encuentro, paso por otro monumento histórico imposible de evitar, localizado exactamente en la esquina de las calles Dos de Mayo y San Martin. Se trata de la casona con el balcón más grande de las Américas: La Casa Montjoy o Casa de la Logia. Otro remanente del pasado riquísimo que hay que proteger en el Perú. Además de ser conocida por haber sido sede de la logia masónica, se la conoce también por haber sido el centro de reuniones para la gesta emancipadora de nuestro país. Y, por si eso fuera poco, es también el primer lugar donde se proclamó la Independencia del Perú.

De repente un pensamiento inspirado por los acontecimientos viene a mi mente: Estamos en el Lambayeque hispánico y no en aquel de las culturas Moche, Lambayeque o Chimú, con sus enigmáticos ceramios de culto representando al Perro sin pelo… Entonces, me pregunto: ¿Qué pasó con el Perro sin pelo en la época colonial? ¿Dónde y con quién estuvo? ¿Cómo sobrevivió a la Inquisición? ¿Cuál sería el rol de la logia masónica en cuanto a las prácticas de los habitantes de Lambayeque y cuál sería su posición en cuanto a los ritos ancestrales de la región que involucraban al Perro? ¿Acaso sobrevivió el Perro sin pelo gracias al gesto noble de ciertas personas o gracias a aquellas que supieron adaptarse a las tradiciones locales? ¿O simplemente la tolerancia de personas con ideas liberales y emancipadoras le habrá permitido un mejor devenir? Ciertamente en el Perú poco sabemos de todo ello. ¿Acaso fue un tabú hablar de esto en algún momento? ¿Como lo es aún hoy, en ciertos círculos, el hablar del Perro sin pelo con pelo, por ejemplo? Y todo esto me recuerda al Perro sin pelo de Martinica, al que los créoles o criollos locales reconocieron de manera peyorativa—pero a mi parecer muy sensata—con el nombre de Chien fer o Perro del infierno—enigmática apelación que habría sido aplicada por los colonos a la llegada de Cristóbal Colón a la isla y que perdura hasta nuestros días.

Sin duda estoy caminando en un lugar de muchas historias donde hasta los fantasmas de antes y de más antes cohabitan de manera paralela.

Como en respuesta a mis cavilaciones, en ese preciso instante, y a unos 100 metros delante de mí, veo una silueta improbable pero distinta de las otras, que me llama la atención repentinamente y, tan repentina como apareció, desaparece. Vuelvo a mirar para asegurarme de cuál es la naturaleza de esta ilusión óptica, sin duda algo que tiene que ver con el juego de luces y sombras que domina las calles lambayecanas bajo este sol de principios de junio y a estas horas en que aún no es noche pero ya no es tan día, estas “horas mágicas”, como a veces se las llama. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, la sombra aparece nuevamente y ahora veo que sí que es distinta a las sombras de las calles, y que no se trata de ninguna fatamorgana inefable! Es una silueta esbelta, oscura pero lo suficientemente opaca como para descartar una aparición fantasmal—¿o no? En seguida me viene a la memoria un flashback de imágenes: relatos de misterio como aquellas que leía de pequeño, o como esa imagen misteriosa omnipresente en las pinturas de Paul Gaugin que siempre está allí sin estar verdaderamente allí…

Me dio la sensación de ser algo sobrenatural y fantástico y, al mismo tiempo, dotado de una increíble e inexplicable belleza.

Allqu Javier Sun Moche de Milagros Fernandez Santoyo (ejemplar de raza Perro sin pelo del Perú). Photo: appp – adpp©2019 / Art design by Alessandro Pucci.

Durante los siguientes instantes observé un gentil movimiento de la silueta y, entonces, de un momento a otro, rápidamente tomó forma lo que observaba y se incorporó en ni más ni menos que el cuerpo esbelto y grácil de un Perro sin pelo de carne y hueso que asomaba por entre las rejas del café para dar un ladrido de bienvenida al que se acercaba por la vereda.

Su mirada desde entre los barrotes se extraviaba en el vacío sin poder yo distinguir si se enfocaba sobre todo en el paisaje que estaba detrás de mí o si acaso estaba leyendo mi aura… En todo caso, lo que me quedó claro fue que su mirada me hacía pensar en uno de esos personajes parcos y sabios que poseen mucho conocimiento del tipo que se transmite de padres a hijos. Pienso que quizás en su mirada yo soy como aquellos hombres que habían protegido a sus antepasados y lo presiente el perro; o tal vez le recuerdo a uno de aquellos forasteros de los que había que desconfiar—no lo sé. Su mirada me da a entender que tiene algo sobrenatural y que sabe reconocer a las personas, incluso antes de conocerlas. Entonces recuerdo que no estoy en cualquier ciudad hispánica de brillantes paredes ocres:

estoy en la cuna de distintas culturas precolombinas, estoy en la cuna del Perro sin pelo del Perú; si existe lugar alguno donde la magia del Perro sin pelo está justificada, aquí es.

Allqu Javier Sun Moche de Milagros Fernandez Santoyo (ejemplar de raza Perro sin pelo del Perú). Photo: appp – adpp©2019 / Art design by Alessandro Pucci.

Su movimiento de fisgoneo calmado y mirada fija a lo lejos me da seguridad. No cabe duda que sabe que me dirijo a su casa. De inmediato hace un gesto de alegría y moviendo la colita me hace comprender que soy bienvenido y, entonces, supongo que le hago recordar a alguien de confianza y no a un forastero, y eso me satisface. Desde luego que esta es la grata sorpresa que me esperaba en La Cucarda: no solo un can cariñoso, sino también de una belleza sencilla que lo hace muy atractivo para cualquier amante de los Perros sin pelo.

Detrás sale Nevenka para saludarme con una sonrisa y un cálido abrazo a un año de nuestro primer encuentro y me dice: “Allqu es la mascota y el anfitrión del café. Es muy querido por las personas que vienen aquí y, sobre todo, por su dueña, la dueña del lugar, quien lo adora”. Me comenta que Allqu fue un regalo del Señor Panchito, el vidriero de muchos años que vive frente al Mercado Modelo. Como para confirmar los pensamientos esotéricos que acabo de estar teniendo respecto del Perro y de este lugar, me comenta además que este señor un día tuvo una visión en la que alguien le decía que debía llevar al Perro a La Cucarda, y fue así como llegó Allqu al lugar. Desde entonces este perrito ha llevado paz y alegría a la familia de la dueña. Nevenka me comenta luego que mucha gente dice que nunca se ha visto un can tan humano como este que nos revolotea mientras nos acomodamos en el lugar.

Allqu Javier Sun Moche de Milagros Fernandez Santoyo (ejemplar de raza Perro sin pelo del Perú) – Café La Cucarda – ciudad de Lambayeque. Photo: appp – adpp©2019 / Art design by Alessandro Pucci.

Luego de la introducción puedo observar que el café se halla en una hermosa casa de verdadero estilo colonial. Ya sentados en una de las mesitas dentro del patio, Nevenka me explica que la dueña se llama Milagros y que es lambayecana de pura sepa. En mi mente comprendo que esto quiere decir que se trata de una amante de su tierra y de sus costumbres—es indudable que estoy en el corazón hispánico de Lambayeque donde las tradiciones de antaño se manifiestan con toda naturalidad. El lugar es perfecto para reunirme con una escritora cuya obra literaria gira en torno al Perro sin pelo; no solo por la presencia de Allqu en el lugar, sino por el lugar en sí: su estilo, sus columnas de algarrobo que enmarcan una puerta que deja ver los antiguos objetos heredados de familia y que, con mucho cuidado son puestos en orgullosa exhibición, las bellas cucardas que ornamentan el patio, etc., todo creando un ambiente perfecto que coloca al Perro sin pelo en un lugar y una época muy propicios.

Nevenka continúa diciéndome que Lambayeque “es un lugar mágico, es como un puente entre el hoy y el ayer, entre el mundo de los vivos y de los muertos; sus paredes hablan y están cargadas de energía”. Y yo concuerdo con ella, pues es algo que se puede presenciar de inmediato tomando un paseo por sus calles. Y a medida que me habla, sus cuentos y relatos que tocan lo sobrenatural y el misterio y que he tenido el placer de leer corren por mi mente: “Cerro Negro”, “Huaco”, “Nocturno numero nueve”, por nombrar algunos, en los que comienzo a reconocer lugares y características que saltaba la vista; entonces, comprendo por qué me hallo en un lugar tan mágico y con una repentina visión de mi entorno presta a ver la magia en todo lo que me rodea.

Allqu está sentado junto a Nevenka mientras ella me cuenta que siempre le gustaron particularmente los Perros sin pelo medianos y grandes…

Admira especialmente su gracilidad, nobleza e inteligencia, me dice; así como su cuerpo esbelto y esa complexión de galgo que poseen.

En efecto, a través de dos de sus poesías inéditas que, sin embargo, ha tenido a bien compartir conmigo, “Julieta” y “Ojos Brujos”, uno puede apreciar su visión del Perro sin pelo y cómo la estética del can permanece cercanamente ligada a su entorno nativo y puro, transformándolo en un ícono de la cultura natural del Norte. Pero observo yo que esta visión, además, trasciende el plano de la belleza para confundirse dentro de los planos más puros de las emociones, esas que se cultivan durante una vida gracias a la convivencia y complicidad con aquellos que queremos: ella es una verdadera amante del Perro sin pelo del Perú porque este ha formado siempre parte intrínseca de su vida.

Nevenka Waltersdorfer Mendoza y Allqu – Café La Cucarda – ciudad de Lambayeque. Photo: appp – adpp©2019 / Art design by Alessandro Pucci.

Con esto en mente, Nevenka me comenta que una nueva etapa para el Perro sin pelo se aproxima en su arte: “Son enigmáticos, por eso los incluyo en mi nueva producción, me los imagino como entes entre el mundo terrenal y el mundo de las almas, del éter, de la diáspora y a la vez su conexión con el inframundo, como entes protectores”. En ese preciso instante me viene nuevamente a la memoria aquel flashback de imágenes que me recuerda esos relatos de misterio que leía de pequeño, esos cuentos tan fantásticos que no puedes dejar de escucharlos o de leerlos.

Y Nevenka, que me había prometido un solo regalo, ahora me hace un segundo: me dice que la mejor manera de entender qué le depara al Perro sin pelo en su arte sería leer su más reciente texto que, desde luego aún inédito, me entrega en La Cucarda. Delante tengo unas hojas engrapadas, el manuscrito de su próximo relato de misterio que tiene al Perro sin pelo como personaje fundamental, delante también tengo a la autora que me anima a que le dé una lectura.

«AÑIL

Cuatro esquinas, cuatro faroles, una noche oscura y Allqu, embajador de La Cucarda; una sombra majestuosa caminando a media luz, entre el pórtico principal y el zaguán, iluminado por momentos por esa luna llena que deja ver su forma elegante y esbelta. La luz de la luna tiñe de añil la estancia, cada loseta. Y entre la niebla se puede percibir el aroma de café recién pasado.

Cada noche camino desde la plaza de la independencia, me paso por el parque principal, transito por la cuadra cinco de la Dos de Mayo hasta el café La Cucarda; siempre a la misma hora. A mi derecha, ella, pálida y aún más pálida en esos días de luna llena, callada y triste.

Caminar esas calles me generan la misma sensación de la primera vez. Sus casas con portones grandes, techos altos, ventanales de fierro forjado y sus amplios balcones que dejan ver aún el esplendor que tuvieron, todo ello me traslada automáticamente a otras dimensiones, sus paredes de adobe hablan, cuentan historias de niñas coquetas asomando sus rostros, que con mirada furtiva dan mensajes a sus jóvenes amantes, me cuentan historias de gestas, de cantos de libertad y de tormento. A lo lejos Allqu me espera, llego hasta la puerta de La Cucarda, ella no pasa. Su presencia la intimida, sólo los que aún estamos, traspasamos la puerta. Allqu un bello ejemplar de perro sin pelo contornea su cuerpo, me recibe con euforia.»

Es notable cómo los lugares históricos como Lambayque y los íconos históricos como el Perro Sin Pelo del Perú producen en nosotros sensaciones tan afines. No podía evitar ver en sus líneas reflejadas mis propias introspecciones; las mismas formas, los mismos colores, el mismo fantasma del pasado que jugaba en mi imaginación.

Cada vez que vengo a Lambayeque quedo nuevamente encantado por la forma en que la historia y el presente se encuentran y conviven en una danza mágica e improbable. Es un lugar donde la modernidad llega pero a paso más bien corto y pausado; donde ese afán muy peruano de deshacerse de “lo viejo” en virtud de preparar terreno para todo lo que es novedoso se toma un respiro. Aquí, las mismas calles que ven transcurrir autos chinos y japoneses del año pasado protegen de manera incierta tesoros peruanos antiguos como un balcón colonial con más de dos siglos y medio de historia o una portada retablo con más de tres.

Me apena pensar en un tiempo en que estas cosas solo podremos conocerlas en las páginas de los libros y los relatos de gente que, como Nevenka, se empeña en ponerlos por escrito. Pero encuentro cierto consuelo en saber que estamos felizmente salvando a uno de nuestros tesoros históricos nacionales de ese futuro incierto que hace tan solo unos años se cernía sobre él, pues hoy en día el Perú está despertando de su letargo para con el Perro sin pelo del Perú y, a través de iniciativas culturales como las de Nevenka y sus relatos de misterio que lo presentan al mundo, la magia histórica y bello misterio de esa raza importantísima para el Perú está siendo preservada para el futuro.

 

 

One Reply to “Un perro ancestral de magia y misterio”

Deja un Comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.